¡A los leones!

Confieso que nunca me he sentado a ver uno de estos reality shows, sobre todo de concursos de talento para bailar y cantar. De lo poco que he alcanzado a ver así de pasada, me parecen espectáculos del peor gusto, en los cuales los participantes se someten a un trato, a veces, humillante, en aras de conseguir su cuarto de hora de fama. Francamente, no entiendo la fascinación que ello tiene para el público, que no sea el sentirse partícipes de esta versión nueva del circo romano, en la cual los televidentes deciden la "vida" o la "muerte" de los concursantes.

Quo vadis, Puerto Rico.

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