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Peligro real e inminente

Pongo por delante que no he leído la norma policiaca reciente que pretende regular el uso de la fuerza mortal en el desempeño del deber. Pero, de lo publicado, me parece que no debemos «rasgarnos las vestiduras». Dejo a un lado si -- como todo indica --  se ha tomado el criterio ajeno de la norma imperante en Estados Unidos, para ver los méritos o deméritos de la cuestión. Creo que debe reconocerse que la norma escrita o tácita en cualquier parte del mundo es que los agentes del orden público pueden tirar a matar cuando creen razonablemente que ellos u otros están en peligro de muerte a manos de un sujeto. No puede exigirse otra cosa a quienes un titubeo les puede costar la vida o grave daño corporal. Pretender que en fracciones de segundos se hagan distinciones bizantinas en cuanto a peligrosidad y se entre en precisiones de puntería para desarmar o incapacitar temporalmente es una irrealidad tipo Hollywood. Analizar una directriz partiendo de una interpretación tendenciosa es u...

«Amigo es ratón del queso»

Se ha vuelto a producir uno de esos incidentes en que un amigo mata a otro «accidentalmente» cuando se le zafa un tiro de un arma de fuego. En esta ocasión, se alega que se preparaban para ir de cacería, lo cual explica el manejo del rifle por parte del victimario. Como soy mal pensado, me empieza a parecer que hay quien, viendo que lo de «incidente desgraciado» disculpa el acto, trata de aprovechar para darle muerte a otro, aunque sea su amigo o compañero de trabajo. Estas cosas se ponen de moda, y se copian los modus operandi que tienen éxito. Creo que estos casos deben ser investigados minuciosamente, sin apresurarse a clasificarlos como «accidentes» o «incidentes desgraciados», pues ello puede llevar a no hacer una indagación profunda, descansando en el supuesto afecto entre las partes, que se toma para descartar la intención criminal.

Para evitar enfermarse

El tema de la medicina preventiva, aunque importante, es secundario a la prevención fundamental: vivir saludablemente. Más que ocuparnos en acudir con regularidad al médico -- casi siempre a los médicos -- para que nos rebusque y trastee, a ver qué encuentra, debemos alimentarnos bien, descansar adecuadamente, evitar los excesos y los vicios. Si hacemos todo eso de manera consecuente, habrá que ir al doctor muy poco y con buenos resultados. Claro que enfermaremos, pues hay causas ambientales o genéticas que nos predisponen para ello, pero será por excepción. La hipocondria o una preocupación patológica por la salud lleva al abuso de los servicios médicos que hoy se denuncia. Hay un peligro real en revisarse con demasiada frecuencia: los falsos positivos y otros errores en los análisis de laboratorio, dando lugar a diagnósticos equivocados y tratamientos innecesarios, amén de consumo de fármacos que terminan haciendo más daño que bien. La salud, como la salvación, es individual: depen...

Hay que ver el bosque

La controversia acerca del permiso para que una empresa turística ofrezca recorridos por el Bosque Seco de Guánica con, incluso, vehículos «todoterreno» pone de manifiesto la tensión entre dos intereses legítimos: la conservación de los recursos naturales y el disfrute de ellos con fines recreativos. En nuestro país, lo primero goza de rango constitucional, pero no excluye el desarrollo y la explotación, como actividad económica. Además, como país, no podemos cerrarle la puerta al turismo externo e interno que quiera admirar lo que la naturaleza nos ha regalado. Es, como en tantas otras cosas, una cuestión de lograr un acomodo o balance entre estos dos propósitos. No hay duda de que la presencia de público en un ambiente contribuye a su degradación, en alguna medida. Algunos de los grandes tesoros de la humanidad, naturales o de patrimonio edificado, se han visto afectados por la gran afluencia de público, lo cual ha obligado a que se mantengan distancias y se tomen otras medidas de ...

El estilo universitario

La destemplanza de la Rectora del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico en una reunión del Senado Académico es reflejo de los estilos administrativos que ha impuesto este gobierno a lo largo y a lo ancho del país. La arbitrariedad, el autoritarismo y el capricho de «los que mandan» no admiten cuestionamientos de «los que obedecen», en este caso, estudiantes y profesores. A falta de explicaciones y razones, se recurre al malletazo y a dejar a los claustrales con la palabra en la boca, dando por terminada una reunión. Se pretende callar al elemento pensante; se quiere una  facultad sumisa y unos estudiantes dóciles. Eso es la negación misma de lo que es la universidad, aquí o en cualquier parte del mundo. El país necesita, ahora más que nunca, que las fuerzas vivas de la sociedad -- muchas de las cuales surgen y se nutren del entorno universitario -- reclamen su espacio en la mesa del diálogo por la reivindicación nacional. La universidad es del pueblo, y no puede...

«[El saber] está en el país»

No aprendemos. Seguimos consultando a los americanos para todo. Como si fuéramos niños eternos o incapaces permanentes. En lo que resulta un episodio más de una larga cadena, ahora la Cámara de Comercio le va a preguntar a la gente de MIT qué es lo que le pasa a nuestra economía y cómo debemos arreglarla. Porque, como somos imbéciles, necesitamos que venga alguien de fuera -- y si habla inglés, mucho mejor -- y nos repita lo que los nuestros han dicho en español y con acento boricua. Y no es que haya algo malo con consultar de vez en cuando  a algún extranjero, pero el asunto no debe ser una muletilla en nuestra gestión gubernamental o privada. No estamos en el Puerto Rico de 1940, con una ínfima clase profesional, necesitada de mentores foráneos. Hace rato que sabemos lo que hay que hacer y cómo hacerlo. Lo que hace falta es voluntad política para realizarlo. La hiedra de aquí es tan buena como la de Harvard, Yale, Princeton y otros centros del saber académico. No nos deslumbr...

Avaros y mentirosos

Desde hace cerca de 20 años, el sector privado comenzó el sonsonete de que hay un exceso de burocracia y reglamentación que obstaculiza el desarrollo económico no solo en nuestro país, sino en el resto del mundo. Ese infundio, como tantos otros, ha tenido éxito: el Estado ha desmantelado progresivamente el ordenamiento regulador, dejando el mundo empresarial «por la libre». Parte de esa «desreglamentación» ha sido responsable de la debacle económica mundial en sectores fundamentales como la banca, las inversiones y los seguros. Pero, como nos enseñó Goebbels, las mentiras que se repiten mucho llegan a convertirse en verdades de aceptación general. Ahí tenemos esa cumbre empresarial en la que se insiste en que invertir en Puerto Rico es harto difícil porque obtener los permisos pertinentes para la construcción y otros asuntos tarda mucho. Claro, esta gente querría que les autorizaran a hacer negocios en tres días. (Al lector que crea que exagero, le recuerdo que el gobernador Rosselló...