Hijos del privilegio

El país vive la sensación de que el privilegio de los acomodados está pesando mucho en el trato procesal que se le da a los estudiantes de un colegio privado involucrados en el fraude con los fondos PUA. Hay una confidencialidad que raya en el secretismo y una lentitud que resulta sospechosa en el manejo del Ministerio Público de este caso.

Contrario a muchas investigaciones, la identidad de varios de los participantes es conocida, pues fueron sus padres los que denunciaron la situación. La prueba inculpatoria principal es manifiesta, ya que ha sido entregada por esos mismos padres. Es de suponer, entonces, que hay una aceptación implícita de responsabilidad penal. Que haya otros implicados no debe ser óbice para proceder a procesar a los ya identificados más allá de duda razonable.

Aquí la minoridad tampoco debe ser un factor para tomar en cuenta. Estos menores cometieron un delito mayor, algo que no es hijo de la pasión juvenil o la falta de madurez, sino que es producto de un afán de lucro fácil e indebido, producto de una deliberación y planificación fríamente calculadas por la avaricia y la falta de honradez en grado sumo.

No proceder con todo el peso de la ley y con la debida celeridad en este caso envía un mensaje terrible a nuestra juventud y el resto de la sociedad.

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