Del verdadero Supremo

Aunque se trata de una revocación «técnica» y no en los méritos del caso, el cantacito del Supremo de Estados Unidos en el asunto de las pensiones de los maestros de escuelas católicas nos recuerda que el nuestro, de Supremo tiene muy poco. Basta con que una parte encuentre un elemento que pueda vincularse a la jurisdicción de Estados Unidos -- cosa que cada vez es más fácil por el expansionismo jurídico federal -- para que el asunto quede secuestrado por los tribunales federales, hasta, en última instancia, el Supremo en Washington, DC.

Supongo que a la mayoría de nuestro «Supremo» no le ha molestado esta revocación, pues, como anexionistas, les parece lo más natural del mundo que el Supremo de su «nación» tenga la última palabra, como si esto fuera Alabama o Wyoming. Así que ahora es cuestión de cumplir la orden de los jefes, y como buenos americanitos, corregir el error en el que incurrieron.

Y si hubiera alguna molestia, ya se desquitarán con algún infeliz litigante aquí.

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