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Por el medio de la calle

Por fin, alguien se ha referido a lo fundamental en este lío de las empresas automovilísticas de Estados Unidos: la poca calidad de sus productos. Yo, por mi parte, si me regalan una de esas porquerías que hacen en Detroit, no la quiero, ni aunque el Gobierno federal honre la garantía. ¿Quién se va a arriesgar a comprar un carro hecho en este ambiente de desmoralización, incertidumbre y nerviosismo en la línea de ensamblaje? Si los hacían mal antes de esta crisis, imagínese el lector ahora. Lo mejor que pueden hacer los americanos es salirse del negocio y dejarle vía libre a los que saben hacer carros buenos y baratos.

En esta orilla

He dicho antes que no pasé de Río Piedras en mis estudios universitarios. Mis hijos fueron mucho más lejos, a Estados Unidos y a Europa, y me alegro por eso. Pero, nunca me he sentido menos, por no haber ido a la Ivy League o a una de esas venerables instituciones del Viejo Continente. Así que, ahora que la situación económica aconseja llevar una vida más modesta, creo que hacen bien quienes «no conocerán otro río que el de su patria.» Valorando lo que esas universidades tienen que ofrecer, lo cierto es que , en gran medida, uno se educa uno mismo, y ahora, con todo lo que hay disponible en la Internet , la tarea autodidacta es mucho más fácil. De manera que Río Piedras luce cada vez mejor que New Haven.

Jurar en vano

¿De dónde sale la costumbre de que haya que tomarle un juramento a las directivas de asociaciones de tal o cual cosa, como si fueran cargos electivos o nombramientos en el servicio público? ¿Hasta ahí ha llegado nuestro proverbial afán de distinción? No es por menospreciar a, por ejemplo, la Asociación de Fotoperiodistas de Puerto Rico, pero, francamente, ¿hace falta toda esa ceremonia, para darle formalidad al compromiso que la directiva debe tener con los propósitos de su entidad? Por otro lado, ¿debe el Juez Presidente del Tribunal Supremo prodigarse en actividades como ésta? Una cosa es tomar el juramento del Gobernador o del Presidente del Colegio de Abogados, y otra es la de hacerlo para entidades que, en el mejor de los casos, podrían ser atendidas por jueces de menor jerarquía.

«Como ladrón en la noche...»

Entiendo las buenas intenciones de los proponentes del «apagón» voluntario, pero creo que la idea podría tener consecuencias no del todo gratas. Por ejemplo, los cacos saben que disponen de una especie de happy hour , para llevar a cabo sus fechorías con la complicidad de una mayor oscuridad. Otros delincuentes de mayor peligrosidad también podrán planificar para hacer lo suyo entre 8:30 y 9:30 p.m., sin tener que esperar más tarde. Estas iniciativas cosméticas - como la de «una noche afuera» y las interminables marchas en repudio de la violencia general o específica contra algún grupo - son actividades simpáticas, pero dudo mucho que tengan algún efecto significativo en el proceder de la comunidad.

Los juegos de manos son malos.

Tomando como ciertos los comentarios hechos por los compañeros de los policías involucrados en la aparente muerte accidental de uno de ellos, me parece que se fue muy condescendiente con una conducta que no debió permitirse, habida cuenta del peligro que representaba para ellos y quienes estuvieran cerca. Los policías no deben hacerse bromas pesadas o enfrascarse en forcejeos o «juegos de muchachos.» Ese comportamiento no es digno de un agente del orden público, revela un grado de inmadurez inquietante y tiene el potencial de degenerar en conducta violenta entre personas armadas. Hay que ser firme e inflexible con quienes incurran en este comportamiento. Las labores policiacas no son cosa de niños.

La hora del saber

Como no soy de los que, por pequeñez, dejo de reconocer los aciertos del adversario ideológico o político, aplaudo la decisión de extender el horario lectivo de clases individuales y del día. Me complace particularmente que la clase de español sea de hora y media en esos primeros grados. No hay duda de que hace falta enseñar más y mejor, sobre todo, habida cuenta de los muchos días libres y otras interrupciones a las labores docentes. Así que la buena fe exige que se acoja con beneplácito esta decisión.

«A la oportunidad la pintan...»

Es una casualidad que no puedo dejar de comentar. En Bélgica, una anciana de 93 años se queja de que no le quieren aplicar la eutanasia, porque no cumple con los criterios legales para ello. A la vez, allá mismo, han detenido a tres mujeres que han asesinado a dos ancianos en su domicilio, llevándoles una tarta narcotizada y luego estrangulándolos. Pues, ahí está. Lo que hace falta es dejar a esas mujeres llevarle una tartita con un poquito de más narcóticos a doña Amelie, y, por su edad y condición, no creo que haya que recurrir a medios más drásticos.