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Mostrando entradas de marzo, 2021

El «Moisés» de Camuy

  A las iglesias les debería bastar con que hay una en cada esquina, pueden abrir todos los días y ahora están en todas las redes sociales y medios de comunicación para llevar su mensaje. Pero, no. Los viejos resabios de las teocracias son eternos, y el afán de gobernar Biblia en mano resucita con cada amanecer. Hay que legislar el Decálogo, a las buenas o a las malas. Y las prácticas de ayuno y oración son ahora parte de la política pública del Estado y sus municipios. Hasta por «decreto», según el «Moisés» de Camuy, posando con un decreto que, a la distancia, recuerda las tablas de la ley con las que bajó aquel otro después de 40 días en el monte. Claro, que aquella primera versión no duró mucho, pues el famoso tartamudo no fue «tardo para la ira»,y las rompió de un coraje que tenía mucho de la ira santa de Jehová. Ojalá uno de estos días no le descubran alguna acción poco «edificante»...

¡Castigo de Dios!

  Se dice «¡Castigo de Dios!», con relación a situaciones en las cuales a alguien que ha hecho algo malo le ocurre algo malo. Eso podría decirse con respecto a Estados Unidos y la situación de terrorismo interno a la que se enfrenta. Luego de tanto abuso de su parte en todas partes del mundo, y de acusar de terrorismo a otros países injustamente, para desacreditarlos ante la comunidad internacional y, de paso, quedársele con sus haberes, ahora los americanos sufren en carne propia y sin tener de quién quejarse los estragos de un terrorismo Made in USA , blanco y de ojos claros. El odio y la violencia que han sido las señas de identidad de esa nación prepotente se les ha comenzado a manifestar dentro de sus fronteras y por parte de su gente. Desgraciadamente para ellos, la composición étnica y racial de esos revoltosos y milicianos les impide usar a sus usual suspects como los chivos expiatorios de siempre. Ahora los enemigos son los good ol' boys, rednecks y white trash que suelen ...

Justicia lenta no es justicia

  Para que los remedios en ley surtan sus efectos plenos es preciso que se reclamen oportunamente. El error que se comete con demasiada frcuencia es dejar pasar demasiado tiempo para denunciar una situación  impropia, irregular o delictiva. Independientemente de que al perjudicado o reclamante le asista la razón, lo cierto es que el tiempo no le favorece y dificulta que se le haga justicia. La otra cara de esa moneda es que la administración de la justicia también tiene que proveer «justicia rápida y económica», como reza el principio rector del ordenamiento procesal. Y aquí es que se falla malamente, pues la lentitud de los procedimientos es y siempre ha sido «pandémica». La combinación de ambas cosas produce el fracaso de la justicia que es de todos conocida. Ese fracaso de la justicia en los casos particulares es el fracaso de la Justicia colectiva del sistema.

La payasada asimilista

  Los asimilistas del país corren en desbandada para montarse en la guagua aérea hacia Washington, para hacer el papelón del siglo en le Congreso, cabildeando por la anexión. En ese tropel tropiezan unos con otros, como payasos de un circo que ha llegado hasta el tribunal. Ya han comenzado a hacer el ridículo que tendrá su apoteosis a orillas del Potomac... si llegan. Es triste observar a un puñado de puertorriqueños en esta gesta de desnaturalización, pelarse las rodillas en súplica patética de aceptación  en otra nación con la cual no tenemos nada en común, excepto una ciudadanía impuesta, y que no ha demostrado interés alguno en recibirnos, luego de más de un siglo de vínculo. Ningún puertorriqueño que se valore a sí mismo y se respete como tal puede sentir otra cosa que vergüenza, ante un espectáculo tan lastimoso.