La libertad: cueste lo que cueste

Los fundamentos o las razones para favorecer u oponerse a algo son importantes, pues revelan los valores de cada cual. Reducir la situación futura de Puerto Rico frente a Estados Unidos a una cuestión económica es bochornoso. La libertad política de un pueblo no es ni debe ser un asunto de dólares y centavos. El derecho a la libertad no se discute; no porque no haya argumentos sólidos a su favor, sino porque la mera discusión valida la posibilidad de que se niegue legítimamente.

Una vez se entra a discutir la conveniencia económica de ser o no ser libre se trastoca el principio moral que no puede estar en discusión: la libertad de un pueblo es un derecho humano inalienable. El error conceptual y táctico de esa discusión es que siempre habrá opiniones interesadas y tendenciosas basadas en «datos» para favorecer la negación de la libertad porque «no conviene», de acuerdo con «expertos» a sueldo.

La libertad e independencia es un valor absoluto que no se discute. Se explica cómo se ha de instrumentar la transición a ella y cómo ha de ser la Patria Nueva. Pero, nunca se rinde el principio de que tenemos el derecho natural a ella, como todos los pueblos del orbe. Son los que nos niegan ese derecho y se lo niegan a sí mismos los que tienen que explicar esa postura contraria a la razón y a la Historia humana.

 

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