Del lugar de cada cual

El escándalo de la intervención indebida de un subcontratista gubernamental en programas de salud del gobierno federal y del de Puerto Rico demuestra lo perniciosa que puede ser la participación demasiado amplia del sector privado en los asuntos de gobierno. La intervención de elementos privados en la gestión pública debe ser en dosis pequeñas y controladas, pues, de lo contrario, se corre el riesgo de que se desvirtúe la naturaleza de la política pública por manos de quienes funcionan principalísimamente por el ánimo de lucro. La función de apoyo, que es la que legítimamente debe realizar el elemento externo, no debe asumir un carácter protagónico como el que le corresponde a los funcionarios electos o nombrados por la autoridad competente.

Un alegado o supuesto conocimiento pericial de asesores o consultores no debe ser fundamento para que se le permita una intervención indebida o interferencia en los procesos de gobierno, usurpando poderes que no le corresponden.

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