Mi hijo tenía razón

Estados Unidos y Brasil están cagados. Presididos por dementes que dicen y hacen cosas totalmente irracionales, ambos países se hunden en la pandemia. No puede ser casualidad que sea en ellos donde el flagelo se haya cebado con particular furia.

Lo que es verdaderamente sorprendente es que el pueblo de ambos países se haya resignado a ser dirigido desastrosamentepor una persona así. Confieso mi perplejidad y mi ingenuidad, al pensar que hace rato los habrían sacado por cualquier medio. Pero, es el caso que mi hijo Alberto Carlos, quien se despempeña profesionalmente en la Universidad de Tufts en labores de análisis político, me advirtió muy temprano de lo que ha ocurrido.

Esperemos que en Estados Unidos noviembre traiga el cambio deseado por todas las personas de buena conciencia y voluntad, y que en su momento a Bolsonaro lo boten como bolsa.

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