¡Cierren el Correo!
El otrora orgullo del Imperio, su servicio postal, hace tiempo que es un fracaso por los cuatro costados. Sostenido artificialmente con fondos públicos, el Correo del siglo 21 es casi tan anacrónico como el legendario Pony Express. Como le ocurre a otros negocios quebrados, hay un desaliento palpable en sus instalaciones y los pocos empleados que quedan están allí esperando la cesantía o la jubilación. Ergo, el mal servicio. Lo que se denuncia hoy en la oficina postal de Guaynabo es, posiblemnte, un caso extremo, pero no único ni mucho menos. Mi experiencia de muchos años es que el Correo es parte de ese mito de la superioridad de Estados Unidos en el que cree mucha gente poco enterada. En este espacio he dado cuenta de algunas de esas malas experiencias con el servicio postal. Lo mejor que pueden hacer los yanquis es cerrar el Correo e invertir en algo más productivo esa millonada que gastan en mantenerlo funcionando a duras penas.