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Mostrando entradas de diciembre, 2020

El hazmerreír del mundo

Es curioso cómo lo que más se critica es lo que termina pasando. Estados Unidos se ha  pasado años atacando el gobierno de Maduro en Venezuela, achacándole todos los males bajo el sol e imputándole falta de legitimidad por elecciones amañadas y fraudulentas. Y ahora resulta que, según Donald Trump, eso es exactamente lo que ocurre en su país. Biden y los Demócratas se han robado las elecciones; por lo tanto, él va a establecer un gobierno paralelo, con una toma de posesión y todo eso el 20 de enero. De manera que Trump es el Juan Guaidó americano, y Joe Biden es el «usurpador» de la presidencia. Veremos cuántos países reconocen a Trump como presidente desde el 20 de enero. Ni en un libreto de una comedia hecha en Hollywood se habría producido tal situación. El Imperio se ha convertido en una parodia de sí mismo, y es el hazmerreír del mundo.

Un crimen de lesa humanidad

Que haya que estar advirtiendo sobre prácticas fraudulentas relacionadas con las vacunas contra el Covid-19 es la mayor prueba del deterioro moral que padecemos. Cuando se dijo que el dinero es la raíz de todo el mal, se dijo una gran verdad. El afán de lucro envenena el alma, y la rinde incapaz de responder a valor alguno. Solo se piensa en aprovechar cualquier situación, no importa cuán trágica sea, para sacar ventaja económica. La crisis que vive el mundo es, sin duda, una de las mayores en la historia de la humanidad, y busconear con ella es no tener humanidad. Los responsables de esas prácticas deben ser sancionados severamente y sin atenuantes. Estamos en guerra contra un enemigo mortal que no cede, y hay que cerrar filas ante él. Proceder de otra forma es un crimen de lesa humanidad y alta traición. Pero, solo por humanidad, no aplicaremos el castigo que corresponde en estos casos.

El tren que no va a ninguna parte

  La noticia de que se pueden perder unos cuantos millones destinados al Tren Urbano no es una mala noticia.  El TU como  el gobierno de Pedro Rosselló lo concibió y lo construyó fue un disparate de marca mayor y una botadura de dinero mayúscula. Arreglarlo o mantenerlo con vida gastando casi $200 millones es una soberana estupidez. Que sean fondos del Gobierno de Estados Unidos no lo hace menos estúpido. En Puerto Rico tenemos que dejar de pensar que podemos hacer cualquier disparate, siempre que lo paguen los americanos. A veces, lo mejor es dejar las cosas como están y no empeñarse en algo que no tiene gran utilidad y no es capaz de mantenerse por sus propios medios, como es el caso del Servicio Postal de Estados Unidos. Ese dinero se puede usar mejor.

La vacuna contra la estupidez

El mundo ve la vacuna contra el Covid-19 con la esperanza que suele haber al fin de un año y el comienzo del que le sigue. No es para menos, pues las otras medidas han resultado insuficientes para atajar el mal significativamente. Pero, en gran medida la culpa ha sido de los seres humanos, quienes en una ceguera individualista han asumido una actitud temerariamente suicida. Ni la muerte a nuestro alrededor ha logrado el cambio de comportamiento necesario. Pero, ya los científicos han comenzado a advertir de que la vacuna - aun en el caso en que sea eficaz - no va a resolver   el problema de la pandemia de la noche a la mañana. Todavía habrá que ser prudente en nuestra interacción social por un tiempo. La vacuna no será una solución mágica y la vacunación general en todo el mundo tomará tiempo. Mientras tanto, recordemos la gran lección de Darwin: solo los más aptos sobreviven. Y los más aptos son los que actúan con inteligencia y prudencia.

Tiempo de impunidad

La justicia siempre ha sido lenta, pero hay lentitudes que llaman mucho la atención. Cuando hay dinero, influencia y poder de por medio, entonces, el arrastre de pies en el funcionamiento procesal es más que sospechoso. Y si hay silencio o razones poco creíbles para ello, aumenta la suspicacia general. No seamos tontos. El sistema investigativo puertorriqueño ha procedido y sigue procediendo de una forma extremadamente extraña en relación con los primeros individuos señalados en el esquema fraudulento con los fondos PUA, unos jovencitos alumnos de un colegio privado, ergo, de familias acomodadas e influyentes. Increíblemente, la denuncia provino de algunas madres que inculparon a sus hijos. Pero, uno pensaría que la prueba de culpabilidad es superior a la de los juicios de Nuremberg. Tal parece que existe una parálisis institucional que impide que se proceda contra esos jóvenes. Distraído con la pandemia y otros desatres naturales y políticos, el país ve que sigue pasando el tiempo y n...