La papa caliente del Papa

 El papa Francisco tiene una papa caliente o un tostón en sus manos con el asunto de Juan Pablo II como santo, algo claramente insostenible, a la luz  de su encubrimiento de las fechorías, primero de Marcial Maciel y ahora de Theodore McCarrick. Solo hay una salida: retirarlo del santoral católico. No basta con la revelación hecha en uno y otro caso; el repudio al papa polaco tiene que ser absoluto y sin medias tintas.

Siempre pensé que esa canonización era un error garrafal, pues ya se sabían estas cosas. Pero, la Iglesia Católica, que no sale de una para meterse en otra, hizo algo insólito, declarándolo santo en un proceso al vapor que cualquier «abogado del Diablo» debió descarrilar con un esfuerzo mínimo.

Mas, el afán de encumbrar al papa que había sido uno de los protagonistas de la derrota del «comunismo ateo» estúpidamente llevó al Vaticano a pasar por alto los pecados gravísimos de encubrir los pecados gravísimos de Maciel y McCarrick.

¿Quo vadis, Francisco?

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