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Los cariduros de Fajardo

Lo que quiero saber son los nombres de los «maestros y funcionarios» que, supuestamente, exigieron que se colocara nuevamente el retrato de Víctor Fajardo en la galería de los ex Secretarios de Educación, cosa de yo «cabildear» a favor de su expulsión inmediata y sumaria. Nadie que quiera ver a Fajardo - aunque sea «en pintura» - en o en los alrededores del Departamento de Educación - debe ser maestro o ejercer función alguna en el DE.

"Come fly with me..."

Pues, no me parece mal el programa de relocalización de la gente sin hogar de la ciudad de Nueva York. Creo que, bien visto, hace posible que se enmiende un error - creer que se podía dar un buen mordisco a la «Gran Manzana» - o que se comience de nuevo en el lugar de origen, donde, quizá, no se estaba tan mal. En circunstancias tan precarias, un pasaje de ida a donde estén dispuestos a recibir a uno puede ayudar a que las cosas se empiecen a enderezar. A mí, si me quieren mandar a París...

¡Aleluya!

Muy de vez en cuando, el Vaticano se apunta una. Ahora, un vocero papal ha hecho una lectura de un pasaje del Evangelio según Oliver Stone , que, francamente, me parece más pertinente y relevante que algunas cosas de los cuatro «oficiales». El Papa y sus acólitos - que siempren andan a la zaga de la evolución de la especie humana - esta vez han acertado en su denuncia de la avaricia como la raíz de los males del capitalismo. Supongo que, como a Obama en su intento de reforma del cuidado de la salud, ahora dirán que el Papa es «socialista». Veremos a todos esos blaquitos y riquitos de Wall Street allá y la «Milla de Oro» acá despotricar contra Ratzinger. Ya era tiempo de que la Iglesia diera un buen testimonio de moral pública.

«Oigo una voz que me dice...»

Los únicos que tenemos derecho a alarmarnos por el caso de la mujer que mató a su bebé y se lo comió parcialmente, porque una «voz» se lo dijo, somos los que nos alarmamos de que la gente vea con naturalidad y admiración que Abraham estuviera dispuesto a darle una puñalada en el centro del pecho a su hijo Isaac y luego quemarlo porque oyó una «voz» - que supuso era de Jehová - que le ordenó hacerlo, como prueba de su fidelidad. Tan demencial una cosa como la otra. Una vez se comienza a actuar a base de «voces» que se escuchan, lo que nos espera es el infierno del fanatismo.

Gallito que sí se «juye»

La quiebra institucional - además de la económica - del Partido Popular Democrático se evidencia en la pre postulación de Acevedo Vilá y de Hernández Mayoral. Sobre el descrédito del primero no hace falta elaborar. Al segundo hay que recomendarle que avance, pues su juventud y galanura - sus dos activos principales - merman con el paso del tiempo. Es importante también que se apure, antes de que su padre fallezca o se «enferme» cualquier familiar cercano, razones para que un alma sensible como la suya se retire de la política. De paso, que se ponga al día con sus cuentas de agua, televisión por cable, luz, teléfono, etc...

El fanatismo

Es francamente bochornoso que la rivalidad deportiva en el baloncesto, entre Carolina y Quebradillas, haya llegado a la violencia, y que se haga necesario tomar medidas extremas de seguridad para la serie final entre Bayamón y Quebradillas. El fanatismo estúpido, que se fomenta apelando a las bajas pasiones del populacho, planteando estos encuentros como si fueran duelos por el honor pueblerino es una señal de cuán lejos estamos de la «buena civilización» de la cual hablaba Muñoz Marín en sus mejores momentos de lucidez patriótica. En este día de la mal llamada «Constitución» debemos reflexionar acerca de la clase de sociedad que tenemos y la que debemos empeñarnos en tener.

La venganza de Santa Catalina

Como en una de esas películas de horror, en las que una casa o un edificio cobra vida y ataca a sus ocupantes, es posible que el Palacio de Santa Catalina esté atentando contra Fortuño, por su nefasto desempeño como Gobernador de Puerto Rico. El pedazo de techo caído es un claro indicio de que La Fortaleza se ha dispuesto a cobrar venganza a nombre de nuestro pueblo. Es muy posible también que la Mansión Ejecutiva se haya percatado del poco aprecio que tiene el Gobernador y toda su gente por las cosas de «tiempos de España», anatema para un asimilado a la cultura de Estados Unidos como él. De todas maneras, esta vez, es posible que «la muerte entrará al palacio».