Más allá de las etiquetas

El papa Francisco ha vuelto a dar un buen ejemplo de apertura y tolerancia, al decir que, aunque no es marxista, no le molesta que lo llamen así, añadiendo que conoce marxistas «buenas personas». Algo así había dicho sobre los ateos; que también se salvan, si hacen el bien.

No hay que tenerle miedo a la etiquetas que otros nos pongan. Uno actúa de acuerdo con su capacidad y conciencia, sin preocuparse por los motes que le puedan adjudicar malintencionadamente. Comunista, izquierdista, separatista y socialista, entre otros, son todos nombres con los que se pretende amedrentar a otros para impedir que lleven a cabo obras de justicia social y reivindicaciones de todas clases. Quien acceda a ese chantaje moral se condena a apoyar, por omisión, un statu quo frecuentemente injusto y violatorio de derechos humanos.

En fin, no es la etiqueta lo que importa, sino el contenido.

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