¿Y cuándo enseñamos a escribir bien?

Entendiendo las buenas intenciones de quienes lo proponen, me parece impráctico pretender que la escuela asuma formalmente responsabilidades adicionales a las de la enseñanza de las materias tradicionales. La idea de enseñar valores, igualdad de género, y prevención y manejo de la violencia - para sólo mencionar tres propuestas - parece muy buena y nos hace sentir bien, pero no es factible. La escuela está en crisis hace mucho tiempo, y no puede cumplir cabalmente con su misión primordial de enseñar bien español, ciencia, matemática y los otros cursos medulares para la formación académica de los estudiantes.

Cierto es que la escuela tiene una función formativa y socializadora, en el mejor sentido de ambos conceptos, pero es algo incidental y secundario a su propósito principal. La escuela no puede ser una institución para corregir deficiencias familiares o sociales, porque, sencillamente, no tiene tiempo para eso ni está preparada para ello. Imponerle funciones niveladoras de la desigualdad social o correctivas de todas las desgracias de la vida es lastrarla aun más en su ya lastimoso desempeño.

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