El «preciado líquido»

La idea de venderle agua a Islas Vírgenes Estadounidenses podría ser buena, siempre que no olvidemos que «la caridad empieza por casa». Si podemos ayudar a nuestros vecinos, debemos hacerlo, pero solamente si ello no perjudica a nuestra gente privándola de un adecuado suministro de agua o dañando el ambiente. Hay que tener una visión a largo plazo, para anticipar dificultades que, luego de comprometer nuestros recursos de agua, no nos dejen en una situación de carencia, deficiencia o insuficiencia para la vida del país.

Por otra parte, si hay agua suficiente para vender a otro país, los consumidores puertorriqueños deberíamos pagarla más barata, pues la abundancia de un bien debe suponer una reducción en su precio. Sobre todo, de esa tarifa abusiva e irracional que se paga por el alcantarillado, renglón que encarece absurdamente la factura del agua.

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